Esta presentación es el resultado de mi propia vivencia en familia, de la desorientación vivida ante un cambio repentino de la visión del mundo, nuestro mundo familiar y social. 

Nueve meses de búsqueda incansable por doquier, de esperar la solución o ese especial asesoramiento, de preguntar por aquí y por allá si había alguien que pudiera… y nada. Entonces, guiada por ese exquisito sentido maternal, entendí que era nuestro tema, nuestra vivencia y nuestra la solución. A partir del reencuentro, comprendí que era necesario aprender todo cuanto estuviera a mi alcance para saber hacer, y comencé a armar un equipo de trabajo. 

Golpeamos despachos, solicitamos entrevistas, presentamos proyectos y… nada! Por segunda vez me sentí abandonada, pero en esa oportunidad por la indiferencia, la falta de interés o quizás, la conveniencia (o inconveniencia) del tema. Comenzamos a ayudar como pudimos, desde la mesa de un café, reuniéndonos en una plaza, orientando por correo… y los resultados fueron los que esperábamos. Entonces sentí que era oportuno compartir parte de mis investigaciones y vivencias de grupo dependencia en un blog, como sugiriera mi amigo Juan, gracias amigo! 

Desde un principio supe que el tema no se circunscribía exclusivamente al área sectaria (la dimensión de esta problemática aún no tiene límites claramente definidos) por esto elegí “grupo dependencia”, concepto que, por otro lado, resultaría tranquilizador al entorno de quien lo padeciera, porque no son los grupos sectarios, es el hombre quien decide realizarse por libres elecciones, o no.

 Y así fue, desde el año 2004. Tres motivos me movilizaron para escribir: el primero, considerarme un instrumento, una facilitadora y como todo instrumento seré útil para algo; el segundo, trasmitir palabras nuevas para comprender el desafío en esperanza (no basta con asistir absortos ante los sucesos) y el tercero es que no podría concebir la vida excluyendo de ella la ayuda al otro. “Cómo ayudar a alguien que está en un grupo sectario” es una búsqueda reiterada en internet, que continúa marcando la necesidad de generar espacios de información para ese “alguien” que podría ser tu hermano/a, tu padre, tu madre, tu hijo/a, tu compañero/a, tu pareja, tu amigo/a. 

 Comparto aquí mi experiencia en el trabajo de contención, orientación, información y desmitificación, con la esperanza de evitar más dolor y para que, tal vez, desde algún lugar institucional, se comprenda que en lo simple están las respuestas y por lo tanto, las soluciones. Este es un encuentro de reflexión, un mensaje para el debate, una relación con los protagonistas para permitirme colaborar, humildemente desde mi lugar, en la instauración de una humanidad más humana. Y el tiempo dirá si se ha podido aprehender para proceder, reconstruyendo señales esperanzadoras que, unidas al coraje moral de actividades silenciosas, se tornarán presencia ante las ausencias.

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